viernes, 2 de octubre de 2015

Besar refuerza el sistema inmunitario y ayuda a mitigar el dolor

El beso es uno de los gestos --de cariño, amistad, deseo o amor-- más utilizados entre las personas en todo el mundo, pero además, como recuerda la psicóloga de Hospital Quirón Valencia, la doctora Marina Sangonzalo, ayuda a mitigar el dolor y refuerza el sistema inmunitario.
"En la cadena filogenética encontramos desde chimpancés y elefantes que se besan, hasta pájaros que rozan sus picos", ha manifestado la especialista, quien ha añadido que "besar es un poderoso mecanismo de adaptación, pero además de ayudarnos a sobrevivir como especie, el roce de los labios con la piel o con los de otra persona provoca una reacción en cadena".
Del mismo modo, ha comentado que "los besos apasionados de la etapa del enamoramiento, cuando aparecen los conflictos, ceden el paso a otro tipo de beso más familiar en la mejilla o a un tipo de beso cordial más propio de un ritual social que de personas que se aman".
En esta misma línea, ha indicado que "los besos no solo mantienen unidas a las parejas, sino que también ayudan a los niños a crecer sanos y confiados", y ha explicado que solo en la adolescencia puede aparecer cierto rechazo hacia esta muestra de cariño. En cualquier caso, ha asegurado que, a pesar de este gesto, los adolescentes "siguen necesitando amor y cariño en dosis adecuadas de besos y abrazos".
Según los expertos, "los besos son una incomparable expresión de afecto entre dos personas", pero advierten de que "tras el intercambio de saliva, puede haber bacterias y virus que provocan enfermedades e infecciones".

"En todo caso, siempre es necesaria una buena higiene bucal, la cual es clave para prevenir que las infecciones de la saliva aniden en nuestro cuerpo. Y, ante todo, evitar los besos con personas que sepamos que están padeciendo alguna de estas enfermedades", concluyen.

martes, 22 de septiembre de 2015

¿Qué es un beso?
Puesta en boca
fragmentos/Extracto_El_Beso.pdf


¿Un juego muscular de los labios o una caricia adorable, esa sublime embriaguez que produce una boca almibarada, como canta Verlaine en sus versos?
 ¡El beso! ¡Rosa trémula del jardín de las caricias! Vivo acompañamiento sobre el teclado de los dientes, Dulce estribillo que el Amor canta en los corazones ardientes…

 ¿No resulta sorprendente, al mismo tiempo que maravilloso, el hecho de que un simple contacto labial traduzca, con un realismo de tal intensidad, los más secretos movimientos de nuestra alma, nuestras sensaciones más esquivas, además de nuestros sentimientos, todos ellos de una diversidad y una variabilidad infinitas? Ante todo, el beso es sensibilidad física: un contacto entre dos epidermis que tiene el don de hacer existir, de iluminar y de satisfacer la consciencia. Pone en relación el sabor del otro con la voluptuosidad. Pero este hecho táctil se debe entender, sin duda alguna, no sólo desde un sentido estricto, sino, también e igualmente, en sentido figurado.

 La sensibilidad del corazón se estremece después de esta clase de contacto, el cual, sin ser puramente simbólico, es un lenguaje muy elocuente. Al igual que las lágrimas, los gestos, los suspiros o los sollozos, el beso forma parte de una semiología sentimental, con una gama muy rica de matices que se presta a múltiples ambivalencias, menosprecios, malentendidos y confusiones. No siempre se sabe con certeza si el beso se da o se acepta («Por Dios, señorita, no se enfade; si este beso la hace sentirse incómoda, devuélvamelo»). Si es ternura o es mordedura. Parece muy cierto que darlo requiere sensibilidad. Y, además, resulta verdaderamente paradójico el hecho de que este tipo de contacto material sea capaz de evocar un «tacto inmaterial» (Verlaine).

 Los romanos solían distinguir entre tres clases de besos:
los oscula, que eran los besos amistosos,
 los basia, besos propios del afecto y del amor, y, finalmente,
los suavia, los besos característicos de la pasión carnal.

Sin embargo, una categorización de semejante naturaleza se encuentra muy lejos de ser exhaustiva. Porque, a este respecto, se pueden señalar clases de besos como el de la madre, el del amante, el beso del amigo, el beso que se da o se recibe durante las ceremonias, los besos de saludo y de homenaje, y los besos que se distribuyen en el curso de diferentes tipos de juegos, además de una infinita variación de los mismos que va desde la indiferencia de un gesto mecánico hasta el abandono voluntario y recíproco, a la unión íntima (y tan íntima que quienes venden su cuerpo dicen siempre «yo no beso», dando a entender, por medio de tal expresión, que el beso es el lugar en el que se escenifica la comunicación más profunda, la más personal e íntima de todo el cuerpo).

 Se besa, asimismo, todo lo que es sagrado: el altar, la estola, las reliquias, las imágenes, el umbral de los templos, las rodillas para implorar algo (rodillas a las que se atribuye un misterioso poder y que Plinio explicaba por una especie de vacío que hay en ellas2 ). Se da un último beso a los muertos, se besa la mano del abuelo, se besa en vacaciones y se es besado hasta por los impostores. Cada beso es un mundo a explorar, a comprender y a saborear.

Antiguamente, besar podía llegar a ser sinónimo, en Francia, de «hacer una visita» (porque se solía besar a las personas en los encuentros de ese género). Madame de Sévigné escribía «Así que habéis besado a toda la Provenza», queriendo decir que alguien había recorrido la totalidad de dicha provincia. También se hablaba de «besuquear» refiriéndose a «ir de visita», utilizando la expresión «ser besado» para decir que alguien «había sido honorablemente recibido». Y, en un sentido todavía más anticuado que el precedente, besar podía significar «llegar», «venir» o «asistir». Henri Saint-Simon, por ejemplo, escribía: «Los del consejo de finanzas entraron allí sin saber aún si aquel asunto “besaría” o no a la oficina de dicho consejo». Del mismo modo, besar también puede significar «tocar ligeramente», «rozar» (el céfiro besa las flores, las olas del mar besan la orilla). Pero también puede llegar a tener un sentido mucho más intenso que el de un mero roce cuando se dice que el ciervo, perseguido por los cazadores, «besa el agua», lo que en este caso vendría a significar que el animal se lanza a un estanque. Besar puede, asimismo, tener el sentido de «bendecir» cuando, por ejemplo, alguien «besa sus cadenas y ama su esclavitud».

Por descontado, besar ha significado durante mucho tiempo «cumplimentar» («beso su mano» era una fórmula muy corriente bajo el Antiguo Régimen) y ello cuando no se trataba de demostrar la más completa sumisión. Por lo que se refiere a lo que se denominaba «besucón»… ¡mucho ojo, que puede inducir a confusiones! El mencionado término se utilizaba, también, para designar el lunar postizo que las señoras se colocaban en la comisura de los labios. Aparte de otras expresiones, «besar a un renacuajo» era sinónimo de estar de plantón, dado que el término renacuajo servía también para designar la aldaba de una puerta, es decir, lo que se dedicaban a tocar los amantes, tanto de día como de noche, mientras se encontraban ante la puerta de la casa de su amada. Había, desde luego, una gran cantidad de variedades de besos: a la florentina, a la colombina, a lo dragón (un tanto brusca e insolente, por cierto, esta clase de besos), de pinza (sujetando las dos mejillas del otro), etc. Más familiarmente aún se decían cosas como que se «besaba al babuino» o se «besaba el culo de la vieja». La del babuino era una figura que se solía pintar en los muros de los cuerpos de guardia de los cuarteles y los soldados que eran arrestados por cometer alguna falta debían besar el muro justo en el sitio en que se encontraba dicho babuino. Por lo que a «besar el culo a una vieja» se re- fiere, eso era algo que se decía de un jugador que perdía una partida sin haber logrado ganar ni un solo punto. En la Provenza se decía, con una mayor precisión incluso, «besar a la Fanny», expresión que Marcel Pagnol explicaba de la siguiente manera: «Cuando un equipo pierde sin marcar ni un solo punto, la costumbre exige que bese a Fanny con una cierta solemnidad. Para poder hacerlo, se llevaba un cuadro –obra de algún artista aficionado de la localidad– en el que estuviera representada la parte más carnosa de alguna criatura exuberante. Los vencidos tenían que arrodillarse y besar por todos lados, muy humildemente, aquellas nalgas tan abundantes y rotundas». Al parecer, la tal Fanny había existido realmente. Se apellidaba Dubuisson y vivía en la Croix-Rousse, en Lyon: una muchacha simplona (y de fuerte olor corporal) que siempre era el objeto de las bromas de todos los jugadores. La expresión «besar el culo» fue puesta en circulación por Denis Diderot en su obra El sobrino de Rameau, un parásito muy original y de pensamiento excesivamente libre que exclamaba: «Entendámonos; está el besar el culo simple y llanamente, y el besar el culo en sentido figurado. Pedid al Gordo Bergier que bese el culo de Madame de La Marque, tanto en sentido estricto como figurado; y, a fe mía que, a tal respecto, me resultan igualmente desagradables lo simple y lo estricto como lo fi- gurado». Un beso de semejante naturaleza podía expresar, de igual manera, tanto subordinación como adoración. Asimismo, una madre puede besar con fogosidad las nalgas de su hijo recién nacido. Por su parte las brujas, durante la celebración de sus misas negras, besan el culo del diablo en señal de sumisión (menos erótico, pero igualmente respetuoso era el beso  que un ser humano daba en los pies al diablo, sellando así un pacto mefistofélico con él).


Hay, por cierto, miles de expresiones familiares que sirven para recorrer toda la posible gama de besos, desde «besuquearse» y «darse un pico» hasta «comerse» la boca o darse un «morreo» . Finalmente, last but not least, besar puede, en la actualidad, llegar a significar –muy familiarmente, eso sí– «hacer el amor». Es decir, ya no se trata sólo de besar [baiser], sino de echar un polvo, follar [baiser]. («Me han comentado que un polvo [baise] contigo, Antonio, es más espectacular que la propia Venecia. No sé qué mala pécora a la que te tiraste me estuvo hablando de tus faenas, y me tuve que cambiar de bragas de cómo me puse...» [san Antonio].) «Besar», en francés, por derivación más o menos comprensible de su habitual acepción sensual, podría significar también «engañar a alguien» en el sentido de «darle el pego», «dominarlo con malas artes» o «embaucarlo». Queremos explorar a lo largo de las páginas que siguen a continuación los diversos sentidos, manifestaciones y expresiones que puede tener en la civilización occidental una actividad corporal como ésta, que es, a la vez, arcaica (el acto de llevar algo a la boca) y fuertemente cultural. Porque el gesto mismo de besar, en sus dimensiones tanto sociales como eróticas, es objeto, en la literatura y en las artes, de numerosas referencias en los textos y de puestas en escena pictóricas y esculturales que formulan, todas ellas, diferentes significados y enseñanzas. Y nos ha parecido muy interesante hacer una síntesis de todas esas dimensiones proteiformes que adoptan los besos en las relaciones sociales e individuales, además de interesarnos por sus diversas formas de expresión. Y, también, responder a esa pregunta tantas veces formulada: «¿Por qué el hecho de frotar simétricamente unos orificios privados de todo misterio y cuya función declarada es alimentaria y oral, siempre que no estén estropeados por la dentadura o la higiene, es susceptible de provocar el éxtasis en los amantes?
 El beso es un intercambio de saliva, sin duda, pero también de respiraciones y, más en particular, del aliento de la pareja («Abrázame, bésame, estréchame, / Aliento contra aliento, dale calor a mi vida», escribía Pierre de Ronsard).


 Pero, además de que como aliento también sea un símbolo de la vida misma, el beso es el lugar de encuentro entre Eros y Psique, entre el cuerpo y el alma. Edgar Morin, de quien es sabido que era un hombre muy interesado por el cine y sus estrellas, solía mencionar que «el beso en la boca no es solamente el sustituto cinematográfico de la unión entre dos cuerpos, prohibida por los censores; es, también, el encuentro entre Eros y Psique: en las mitologías antiguas, era en el aliento donde se encontraba la sede del alma; por otra parte, es precisamente en la boca donde se sitúa la primera sexualidad, ligada a la absorción y a la asimilación; el beso en la boca es un acto de doble consunción antropofágica, de absorción de la sustancia carnal y de intercambio de almas; es la comunión y comunicación entre la psique y el eros» . Pero, además, la dimensión espiritual (que con tan gran talento se canta en la poesía petrarquista) y la dimensión material del beso (Cary Grant, el célebre actor de cine, que pasaba por ser un experto en esta práctica, no veía en un beso nada que fuera diferente a la «yuxtaposición anatómica de dos músculos orbiculares en estado de contracción») atraen sobremanera nuestra atención. Al hacerlo, deseamos resaltar la enorme variedad que presenta el acto de besar, el cual puede adoptar múltiples formas, en primer lugar literarias:
el pico, el besazo, el besito, el morreo; semánticas, después: del beso caníbal al beso como «alimento amoroso», del primer beso al último, del beso que fecunda y da la vida al que lleva a la muerte, de la promesa de un beso («entre cuatro ojos y cuatro labios») al beso del vampiro, de la comunión de los corazones al beso de Judas, del beso propio de la buena educación, la cortesía y la urbanidad (el besamanos) a los besos apasionados y abrasadores de los románticos, del beso mordisco (Baudelaire) al beso picotazo (Peter Pan, de James Barrie ), de los besos castos (como los de Eugenia Grandet a su sobrino) al cunnilingus y la felación (prácticas, estas últimas, que se encuentran en el límite de lo que generalmente se entiende por beso).

 Al beso, por otra parte, no le faltan epítetos para calificar sus infinitas características. Así, decimos que un beso puede ser de amor, dulce, tierno, afectuoso, sabroso, voluptuoso, delicioso, maravilloso, encantador, ávido, enervante, ardiente, abrasador, exaltado, cálido, húmedo, lascivo, impúdico, casto, tímido, trémulo, furtivo, secreto, robado, clandestino, hechizante, rápido, vivo, prolongado, reiterado, frío, helado, forzado, pérfido, traidor, grosero, abrumador, repugnante, fétido, baboso, apasionado…, etc., etc. Porque «un beso atrae a otro», ¿no es así? Pero en todos sitios, y ya sea el beso fecundo o el mortífero, el acto de besar comporta, en sí mismo, el intercambio de un don . En este libro, pretendemos insistir en dos perspectivas fundamentales. En primer término, la de los rituales del beso como forma de entrar en contacto con alguien, de saludar, de demostrar respeto, sumisión o de juramentar. Se trata, en tal caso, de un acto ceremonial altamente simbólico y de un acto social. El beso es uno de esos «gestos», un tanto teatrales, que pueden asimilarse a esa especie de actos discursivos o enunciativos que, con tanta frecuencia, reemplazan a las palabras. Este lenguaje social, ya sea familiar, político o religioso, es, además –segundo aspecto importante del mismo–, un lenguaje privado en el cual la obtención del «favor último» oscila entre lo sensible y lo sexual. La inscripción del cuerpo en el discurso y la evocación de los órganos bucales –boca, labios, lengua, dientes– marcan la dimensión hedonista y sensitiva del beso. Pero también daremos detallada cuenta de las sensaciones, las imágenes y las metáforas que dan fe de los movimientos quinestésicos vinculados a los músculos y de las sensaciones que de ellos se derivan, así como de las múltiples sinestesias propias del beso. «Beso profundo. El aliento, la lengua, el sabor a melocotón, el aroma del heno», como escribió Philippe Sollers.


 Asimismo, y a partir de ejemplos literarios y en algunas ocasiones pictóricos, hemos diseñado una pequeña fenomenología del beso, atrapado al vuelo en cualesquiera que fueran sus circunstancias: bajo la lluvia, en la oscuridad, a caballo, en secreto, rehusado, olvidado, conseguido a duras penas, robado o entre dos puertas. El beso se metamorfosea según los esquemas narrativos que lo incorporan. Y funciona como un eco que sirve para amplificar las situaciones novelescas. Pero siempre exaltando el cuerpo.

El beso según los escritores latinoamericanos


Hay tantos besos como parejas han existido en el mundo. Cada uno es distinto y describirlos es una tarea difícil. Los buenos, los malos, los regulares; los inolvidables, los que al recordarlos nos sacan una sonrisa o los que han dejado una cicatriz hinchada y sensible.
Para los que han buscado las palabras y no las han encontrado, nos dimos a la tarea de recolectar las descripciones de algunas de las plumas más talentosas de América Latina. Quizá juntándolas todas podremos acercarnos más a definir lo que significa un beso y tal vez entre estas líneas alguno encuentre inspiración para escribir las suyas.

 Luis Spotta (México)
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 Fragmento de “Los Sueños del Insomnio”
 “Tu boca, que no alcanzo jamás a describir completa, porque apenas voy diciendo que es maravillosa me domina siempre la tentación de besarla, de aplastarla con la mía, de ahogarla en lo que más que un beso, o una serie de ellos tan largos que parecen uno solo, es un ávido devorarla, un acto de canibalismo. Me gusta intentar el dibujo de tu boca, pero encuentro que las palabras, las pobres palabras mías, son incapaces de cumplir tarea tan difícil. Boca, la tuya, de labios carnosos, que se dilatan, se esponjan, se endurecen, se ablandan a medida que los beso; a medida que me enardezco, te enardeces, nos enardecemos en una pasión que no nos atrevemos a consumar y que nos deja ahítos, mudos por un tiempo, y con estupor en las miradas que no dirigimos ya directamente a nuestros ojos”.

Julio Cortazar (Argentina)
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Fragmento de “Rayuela”
 “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
“Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.


Octavio Paz (México)


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Fragmento de “Piedra de Sol”
 “amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;”


Xavier Velasco (México)

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Fragmento de “El Materialismo Histérico”
 “No sé mucho de besos, pero yo le aseguro que los suyos no eran menos feroces que un enjambre de balas despedazando el aire. Y daban en el blanco, todos ellos, si bien bastaba uno, sólo uno de esos ósculos inenarrables para llorar con ella sus peores desventuras. De hecho, entre sus ojos y sus besos se las habían arreglado tan prolijamente que hasta después de mucho besuquearnos entendí que era muda. ¿Qué hace una pobre muda besando a un rico sordo? Atraparlo, supongo. Decirle a besos cosas que uno comúnmente no le cuenta al psiquiatra, ni al confesor( ni siquiera a la almohada, con plumas de amplísimo criterio). Cosas que a veces, pero muy a veces, se sueltan a la hora de la extremaunción. Sus labios se incrustaban en los míos como plantas carnívoras en lucha cuerpo a cuerpo, mientras sus garras se abrían paso entre mi cuello con obvias intenciones de tornarlo carroña, y su lengua daba las doce de la noche al filo de mi destemplada campanilla”.


Gabriela Mistral (Chile)

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Fragmento de “Beso”

“Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros”.


 Isabel Allende (Chile)
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Fragmento de 
De amor y de sombra”.
 “Ella notó el cambio en su respiración, levantó la cara y lo miró. En la tenue claridad de la luna cada uno adivinó el amor en los ojos del otro. La tibia proximidad de Irene envolvió a Francisco como un manto misericordioso. Cerró los párpados y la atrajo buscando sus labios, abriéndolos en un beso absoluto cargado de promesas, síntesis de todas las esperanzas, largo, húmedo, cálido beso, desafío a la muerte, caricia, fuego, suspiro, lamento, sollozo de amor. Recorrió su boca, bebió su saliva, aspiró su aliento, dispuesto a prolongar aquel momento hasta el fin de sus días, sacudido por el huracán de sus sentidos, seguro de haber vivido hasta entonces nada más que para esa noche prodigiosa en la cual se hundiría para siempre en la más profunda intimidad de esa mujer.”
ENLACE DEL TEXTO

lunes, 14 de septiembre de 2015

¿Deberíamos dejar de pedir besos a los niños?

Un artículo de una madre 'harta' de que pidan besos a su hija se viraliza en Internet. Su autora y una psicóloga especialista en inteligencia emocional nos dan su opinión.

niños besos
¿Debemos dejar de perseguir a los niños para que den besos cuando no les apetece?
Foto: Corbis
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Por favor, no le pidan besos a mis hijos. Con este contundente titular la periodista y escritora colombiana Ana Hanssen reabría hace unos días el debate sobre si es lícito o no obligar a que los niños repartan besos a diestro y siniestro aunque ni siquiera conozcan a quien les reclama la carantoña. El artículo, que fue publicado el pasado viernes en la web especializada en información para padres y madres BabyCenterse ha compartido casi 562.000 veces y ha generado más de 650 opiniones en todas direcciones.
“De camino a la librería, mi hija y yo nos encontramos con una amiga que iba con un grupo de chicas, todas desconocidas para mí. Al saludarnos, nos presentó a sus amigas y una de ellas, muy decidida, cogió la mano de mi hija y le dijo como dándole una orden: '¿Me das un beso?'. Mi amiga, al notar que mi hija no quería, también la quiso obligar con 'sí, ¡dale un beso!'. Entonces yo intervine: Lo siento, pero ella no le da besos a personas que no conoce”. Esta fue la anécdota que la impulsó a reflexionar sobre si los padres deben permitir que un extraño 'exija' un beso a su hijo y de si estaría igual de normalizado socialmente si estas muestras de afecto se solicitasen a un adulto.
Su opinión es tajante: “No me caen bien los adultos que se refieren de forma condescendiente a los niños. Tampoco los que consideran que les tienen que hacer caso por el hecho de ser mayores. Y me caen mucho peor los que se creen con derecho a pedirles que hagan cosas que van en contra de sus deseos y sus afectos”, sentencia la periodista en su texto. Por correo electrónico, Hanssen aclara a S Moda cómo está gestionando el revuelo que han provocado sus palabras: "Jamás pensé que el post tendría tanta repercusión. Decidí hablar sobre el tema porque leí otros artículos al respecto y me di cuenta de que mi inquietud era compartida por más gente. Lo que quiero dejar claro es que hablo de besos obligados".
Hanssen considera que existen cuatro motivos para enseñar a los niños a no besar a desconocidos. En primer lugar, por una cuestión de respeto, ellos son dueños de su cuerpo y deben decidir cómo demostrar su afecto. Después, porque para ellos un beso no es una simple muestra de cortesía sino algo íntimo e importante. En tercer lugar porque “a ella no le gustaría que la obligaran a hacerlo” y, para terminar, por seguridad.
Este último punto, que la periodista desarrolla explicando que ciertos experimentos han demostrado que los niños que son obligados a abrazar y besar en contra de su voluntad, son más vulnerables a sufrir abuso sexual porque no han aprendido a decir 'no' al contacto físico indeseado con un adulto, es el que más ampollas ha levantado. Algunos comentarios tratan esta afirmación de exagerada y defienden que enseñar a dar besos a un niño es educarle en la cortesía y los buenos modales.
Libros besos
Dos libros que explican, con sencillas ilustraciones, cómo los pequeños deben decir 'no' al contacto físico no deseado.
Elena Domínguez, psicóloga y especialista en inteligencia emocional, coincide con la autora del artículo: “No se debe coaccionar a los niños a que den besos a extraños porque forzamos a que superen la barrera natural que mantienen con el desconocido y que les protege del peligro. Lo más normal en un niño cuando se le acerca alguien que no conoce es que llore, es una cuestión de supervivencia. Si le enseñamos que hay que dar besos, pueden pensar que papá y mamá aprueban que sean cariñosos con desconocidos”. Esto, según la experta, puede derivar en que el pequeño reciba el mensaje de que debe hacer lo que lo demás le piden, de que otros pueden ejercer control sobre su cuerpo. “Aunque los abusos en la infancia suelen estar perpetrados por personas muy próximas al menor, parece lógico pensar que si no les enseñamos a que se sientan dueños de su cuerpo, podemos hacerlos más vulnerables. Ya no solo cuando son pequeños, también en la adolescencia. Pueden llegar a pensar que deben dejarse tocar por ese chico o chica que se lo pide, para agradarles, sin saber tomar una decisión propia”, explica la psicóloga.
Para que los pequeños estén prevenidos ante este tipo de situaciones (¿cuántas veces escuchará un niño eso de “dame un besito” en sus primeros años de vida?), el consejo de la especialista es que los padres les hablen del tema y ensayen juntos cómo actuar. Hay que perder el miedo a ser tachados de maleducados. El niño debe aprender que no hay nada de malo en no ser cariñoso con personas a las que no conoce y así debe manifestarlo. Los padres, pueden normalizar la situación explicando que sus hijos solo dan muestras de cariño cuando tienen confianza. "No eres menos cortés por no dar un beso. Yo siempre le digo a mi hija que hay que saludar, sonreír, ser amable. Pero si ella no quiere besar cuando se lo piden, la respeto. Más si es a un extraño", afirma Hanssen. Libros como Ni un besito a la fuerza o Ni una caricia a la fuerza, ambos escritos por Marion Mebes, son herramientas útiles para que los niños entiendan que no deben mantener contacto físico con quien no les apetezca.
¿Y qué hay de los padres? ¿También deben pedir permiso para besar a sus retoños? Hanssen confiesa en su ensayo que ella misma pregunta a su hija si puede darle un mimo cuando nota que la niña no está predispuesta. Desde el punto de vista de Domínguez, no hay que preguntar sino saber interpretar y respetar las señales que envía el niño. “Si ves que no tiene ganas, simplemente no se lo des. Nunca le digas que es malo por no ser cariñoso, por ejemplo. Y tampoco es conveniente suplicar su cariño. Los padres que ruegan mimos se colocan en una posición de sumisión frente a sus hijos, lo cual puede favorecer que los pequeños sientan que tienen autoridad frente a ellos y se conviertan en una especie de líderes”.

Mi primer beso- Melendi



Mi primer beso fue... 
más bien tarde que pronto, 
tenía 16 y ese bigotillo tonto. 
Ella se me acerco... 
menos mal porque si lo tengo que hacer yo, 
quizás aún estaría, más virgen que maría. 
Pero a todos nos llega el momento, 
donde no hay otra salida. 

Ella me dijo: "Espero que eso sea el móvil", 
cuando empezaron a temblar mis pantalones, 
y yo le dije: "no cariño, eso es mi hombría, 
que lleva 16 añitos escondida" . 
Camino a casa paramos en 100 portales 
y pude desabrocharle tan solo un par de botones. 

Por eso cuando fui a mear 
no os podéis imaginar 
que dolor dentro de cartera. 
Cuando llego un municipal diciéndome: 
"pero chaval, qué haces meándote en la acera". 
Ella tardo 5 segundos en decirle al policía: 
"nisiquiera lo conozco", 
exactamente lo mismo que tarde yo 
en guardar mi china disimulando en su bolso. 

Mi primer beso fue... 
algo contradictorio, 
es verdad, hubo placer... 
y un dolor de mil demonios. 
Pues yo jamás pensé 
que dolería tanto la primer vez, 
que quedas más caliente 
que el tipo del tridente. 
Y por fin llego el duro momento 
de la triste despedida... 

Ella me dio un teléfono para llamarla 
y resulto ser el de un restaurante chino, 
y cuando llamé preguntando por Yolanda 
y un chino me leyó las clases de arroz frito, 
empezaron a salir rallos y centellas 
encima de mi cabeza, como si en una viñeta... 
Viviera triste y desolado con el único consuelo 
de haberte tocado las... narices. 
Cuando tu padre descubrió en tu bolso 
un sospechoso olor llegado de bajos países. 
Al fin de semana siguiente, 
cuando nos vimos de frente, 
no quiso ni saludarme. 
Cuando le dije picaresco: 
"Nena, yo soy tu refresco, 
agítame antes de usarme". 

Y así como empezó mi andadura en el amor, 
lo peor es que pasa el tiempo y no he mejorado mucho. 
Sigo siendo aquel niño flacucho... 
Lo que sí es verdad, es que no he vuelto a besar 
ni lo volveré a hacer jamás con los ojos cerrados, 
eso es solo para enamorados que pasan la vida en babia.

ENLACE DEL TEXTO

¿Por qué es tan importante el primer beso?

De acuerdo a un estudio de la Universidad de Toronto, ésto sucede porque según “cuanto signifique algo para ti” va en relación a si lo recordarás o no en un futuro.
De la manera en cómo vivimos por primera vez algo, será cómo lo recordaremos más adelante. Por ejemplo, la primera vez que fuiste al colegio, al liceo o a la Universidad, según consignó el DayliMail.
La autora del estudio, Rebecca Todd, además explica que una parte del cerebro se encarga de “etiquetar” cada momento y sentimiento y las va uniendo, según el grado de importancia.
El cerebro toma fotografías de todas las nuevas experiencias que vamos sintiendo, y las relaciona con las nuevas. Es por eso que nos resultan conocidas ciertas emociones, y algunas quedan grabadas en nuestra mente para siempre.
Las experiencias más importantes vienen de la combinación de lo visual y las sensaciones vividas, explica Todd. Sólo permanecen en nuestro subconsciente aquellas que nos hayan causado una gran satisfacción, por otro lado aquellas traumáticas también se quedan y son más difíciles de eliminar, detalla el estudio.
Otra cosa que se menciona en la investigación es que besar bien ayuda a combatir el dolor, mientras más apasionado sea, más endorfinas se liberan, por ello, el beso tiene un efecto similar a una dosis de morfina. A esto se suma que para dar un buen beso se requiere de todos los músculos faciales, en  34, además de otros 134 músculos extras que configuran la postura en el resto del .

El beso

El ChicagoTribune, destacó la importancia que tiene en nuestras vidas el primer beso, sosteniendo que además éstos nos ayudan a saber si nuestro amor es platónico o real.
Para que tu primer beso se quede como  100% romántico el Date Report enlistó los peores primeros besos que se pueden dar las parejas, aquí van algunos de ellos para que no los cometas:
1. Babosos
Cuando terminan de besarse se dan cuenta que, al separarse, un puente de saliva los sigue uniendo. Que esto no pase, sobre  si uno de los dos ha dejado la baba suficiente en la boca del otro.
2. El accidental
Este es cuando no son pareja aún y reaccionan algo incómodos. Uno de los dos se va a despedir con un pequeño e ingenuo beso en la  y la otra se mueve para dar la otra mejilla, y ¡poom! beso en la boca. Además es muy poco romántico.
3. El choque de 
Es muy parecido al accidental, sólo que aquí alguna de las narices choca y terminan con dolor en vez de satisfacción.
4. El beso agresivo
Mordiscos, empujones, baba, golpes o múltiples piquitos que no cesan. Es bueno ser entusiasta, declara la página, pero a veces alguno no se da cuenta y deja muy mala impresión, como si no hubieses besado a alguien en unos 10 años.
5. Mal sabor
Es cosa de gustos, pero a veces un beso con sabor a cebolla o cigarrillos, incluso a mariscos, puede dejar cero ánimos de seguir. Si acabas de darte un almuerzo mexicano, por ejemplo, con mucho ajo, cebolla y salsas picantes, evita dar un beso a menos que te hayas hecho el mejor enjuague bucal.
Fuente: BioBioChile

La Filematología, la ciencia que estudia el beso

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La testosterona puede servir con el tiempo para
 aumentar la libido en una mujer.

La Filematología es la ciencia que estudia el beso; nos habla de sus orígenes, como ha cambiado su significado a lo largo de la historia, los tipos de beso, los elementos que intervienen en éste y las reacciones físicas y mentales que provoca en el ser humano.

La ciencia del beso estudia sus orígenes


Las investigaciones que se han realizado indican que los registros más antiguos que se tienen sobre este gesto humano datan del año 2 500 antes de Cristo, al aparecer esculpido en las paredes de los templos de Khajuraho en la India.

Así también hacen referencia a sus inicios y evolución en la mujer de Cromagnon al alimentar a su hijo, como una costumbre para demostrar agrado en las tribus primitivas, los besos antes y después durante la vida de Cristo; como una señal para establecer una jerarquía y por motivos de salud o para escoger pareja, incluso hasta como una forma de revelarse.

El beso entre padre e hija, una costumbre que viene de Escocia. El padre besaba los labios de la novia al final de la ceremonia como señal de bendición y deseo sincero de la felicidad conyugal. Posteriormente durante la fiesta, la novia besaba a todos los hombres en la boca a cambio de algo de dinero.

Luego cuando pasa a formar parte del saludo entre familiares y amigos.

Formas y tipos


Asi también y como ya hemos mencionado, la Filematología nos habla sobre los diferentes tipos de beso ; desde el de esquimal hasta el francés, la variedad es amplia siendo la misma finalidad: Una forma de estar más cerca, de demostrar afecto.

Elementos del beso

La ciencia del beso se encarga además de investigar los sentidos que intervienen al momento de besar y que según algunos resultados son el gusto, el tacto y el olfato. Cada uno por separado producen una fuerte reacción emocional y química entre los participantes y cambiando definitivamente el estado mental al combinarse la reacción de estos sentidos.

Entre los muchos investigadores que hacen estudios con referencia al beso se encuentra la neurocientífica Wendy Hillnos quien hablan de las sustancias químicas que contiene la saliva y las cuales son de gran ayuda para a evaluar si la pareja que estamos besando es la idónea.

Hillnos afirma que si estamos besando a la persona correcta se reduce los niveles de cortisol y la hormona del estrés, y por otro lado aumenta los niveles de oxitocina.

El beso y el sexo


La Filematología también se encarga de la relación que existe entre beso y sexo.

Para la antropóloga Helen Fisher, experta mundial en la biología del amor, el beso actúa como un poderoso mecanismo de adaptación que está presente en más del 90 % de las sociedades humanas.

El beso para Fisher está muy involucrado con la química, pues al besar nuestro organismo genera ciertas hormonas que nos llevan a un determinado estado mental. Cuando un hombre besa su saliva contiene testosterona, hormona que produce la excitación de su pareja.

Y si esos besos son húmedos, mucho mejor porque "inconscientemente intentan transferir esta sustancia para provocar el apetito sexual en las mujeres. Además la humedad de los besos podría ayudarles a medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja y así saber su grado de fertilidad".

"En cuanto a ellas, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida", pues recordemos que el sabor y el olor de la saliva nos dice mucho sobre la higiene y salud de la persona.

Beso, peso y salud



Los efectos que tiene un ósculo sobre nuestra salud también compete a la Filematología, pues ha demostrado que nos ayuda a estar sanos y bajar de peso, pues por cada kiss que demos quemamos hasta 26 calorías, se fortalece nuestro sistema inmune, hace que el pulso se acelere y se prolonga la vida de quien lo practica continuamente.

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